Presentación del libro «Bahía en llamas», de Rafael Tobar

Javier Oquendo Troncoso me pidió, hace casi un mes, presentar el hermoso libro “Bahía en llamas” del escritor ecuatoriano Rafael Tobar. Esa es una tarea fácil, si solo les digo que es un libro que arrojó su luz sobre los mortales en junio de 2020 y cuya portada fue realizada por Gabriela Villacís Tobar con su obra “Resueltos” y su diseño realizada por Álvaro Mera; que pertenece a la colección entre nubes del Ángel Editor. Esa, sería una tarea simple si fuera lo único que uno hace cando presenta un libro.

Quizá se complique un poco si en vez del libro o con el libro, uno presenta al autor, habla de su extensa y hermosa obra, su fecha de nacimiento, de dónde es oriundo. Entonces tendría que gloogear algunas cosas y encontraría cerca de 207.000 resultados en 0,70 segundos de precisión digital electrónica, y debería convertirme en una suerte de pitonisa para adivinar cuál página abrir, cuál de los casi 300 Tobar con be, se despliegan. Como sabiéndome algo tonto, el robot que hace machine learning por debajo de estas páginas web emplea su inteligencia artificial con una clarividencia computacional extrema y me coloca en la primera pantalla los diez primeros resultados del Tobar con be que puedo estar buscando. Así, encuentro un listado que inicia así:

  • La página de Circulo de poesía, Poesía ecuatoriana actual: Rafael Tobar.
  • Rafael tobar gomez -.:: geocities
  • Amigos: Rafael Tobar Gómez, tambeño, escritor, músico, poeta, cantautor, pintor, fotógrafo, compositor de música electrónica
  • Rafael Tobar (@Rafael_Tobar) Rafael Tobar, artista, músico, escritor. Cuando florezcan los eucaliptos (http://t.co/eFG7sMbQhs).
  • Rafael Tobar – Academia.edu studies Sociology, Philosophy, and History
  • Tutoriales de Rafael Tobar
  • Rafael Henríquez Tobar, Fotógrafo, Escritor y poeta (Chile)

 

Y entonces, concluyo: parece ser que los nombres son una especie de sentencia que bautiza un sendero que ya viene “con los dedos hincados en la espalda del destino” y todos estos Rafael Tobar parecen estar sentenciados a ser escritores.

Para mi providencia, abro el web site: la página de Circulo de poesía, Poesía ecuatoriana actual: Rafael Tobar. Y Allí está…

Pero hoy no les voy a hablar de Rafael y su obra, que es extensa, ni de su libro, que es bellísimo, ni de las muchas publicaciones que ubique en la web y que ustedes pueden googlear después… Hoy ¡seré egoísta! y hablaré de mis provocaciones al leer “Bahía en llamas”.

Uno empieza por morder el título… una especie de contradicción metafísica digna de Rilke y plausiblemente aplaudida por fenomenólogos como Husserl o Martín Heidegger. Verá usted, en un extremo del título tiene la bahía, “una entrada de un mar, océano o lago rodeada por tierra excepto por una apertura, que suele ser más ancha que el resto de la penetración de la tierra. Una concavidad en la línea costera formada generalmente por la erosión por los movimientos del mar o del lago”, algo así como el perfil de un beso contenido en la boca de la mujer amada, como la caricia que la mano de la madre nos regala cada noche de nuestra infancia. Si bien, es poético el concepto recordemos que una “bahía proviene de la erosión ejercida por el mar” por lo que de entrada ya siento, sin abrir el libro, como la triste lengua del mar que va y viene me constriñe el corazón.

 

Por suerte, para nosotros, está al otro extremo del título la poderosa palabra “Llamas”. No sé si a ustedes les pasa, pero a mí, cada vez que escucho las palabras llamas me suceden cuatro cosas fundamentales:

Uno: Siento calor, ese tibio calor de la matriz materna que palpita mientras uno se hace hombre, mientras la sangre de la madre le llena a uno los huesos, los dedos, la piel, los ojos, la palabra. Dos: me viene a presencia esa masa incorpórea gaseosa que en combustión ascienden de aquellos cuerpos que arden y, entonces, recuerdo a todas aquellas mujeres que me han acariciado en las noches de entrega nocturna y cuya pasión me ha quemado la boca hasta hacerme desprender luz. Tres. Cuando escucho la palabra llama, veo la reverberación primera de los primeros hombres que dominando el fuego y en actitud tribal, se reflejan pequeños y grandes en las paredes de las cavernas mientras cantan la historia de su supervivencia diaria en una actitud que, para nuestra fortuna, es poética; y, entonces, pienso en estos cavernícolas protegidos por una flama, cantando la vida, agradeciendo la noche y el descanso. Cuatro: me evoco en cualquier playa rodeado de amigos, celebrando, bebiendo protegido, riendo, cantando… replicando la actitud originaria de los primeros hombres y, entonces, siento como ese transparente cordón umbilical que solo el tiempo poético tiene me hilvana, teje, conecta con el primer hombre bajo la flama de rojos colores y naranjas pálidos nos hizo soñar con la felicidad y la aventura.

Así, amigos poetas, tenemos un título que no solo sugerente, sino hermoso y que de entrada ya nos abriga. Y así, provocado, me adentro yo a las 80 páginas del libro con el deseo de hundir mis pies en la playa, de cantar mis alegrías, de volver al vientre amado. Y, usted me dirá que yo he hecho copia como los estudiantes cuando no preparan la lección, pero vea Usted, me adentro a la bahía y ¿qué me encuentro? Un libro con tres partes:

Canciones, Bahía en llamas y décimas del vientre. ¿No es una especie de hado? ¿Un sino que nos espera? Y, allí, me entusiasmo.

Me devoró el primer canto, y… les doy “Testimonio de saberme vivo al cerrar los ojos”. Voy al siguiente: “Si te dijera que tus manos y las mías/ son un compendio del mawu/ y otros dioses marítimos. Que siempre arriesgas las velas/ de un barco llamado destino”. Y sigo, autista completamente autista en el mundo que Rafael nos regala con su versos. Déjenme mostrarles, aún con el riesgo de haber descartado las mejores líneas:

 

  • ¿De qué material estás hecha?
  • Que nuestras piernas no se olviden / los pasos dados por antiguos.
  • Prender fuego en el templo / empieza por Uno / y termina por Todos.
  • Te cuento / el momento que decidí que fueras mi alma.
  • Somos los amantes / que nos comimos todos / los amores pasados

 

Pero, no quiero hacer más spoilers por lo que les contaré de mi inmensurable emoción al terminar las canciones… como lector indisciplinado, salté a la última parte dejando el manjar para el final. Allí me encontré con un poeta clásico que siguiendo la estructura de la décima en perfecto abbaaccddc, conmemoró al Vicente Espinel de fines del siglo XVI. Las décimas que en el libro irónicamente solo son siete, le salen perfectas a Rafael con lo que se matricula en la tradición de poetas como Jorge Guillén o Gerardo Diego de la Generación del 27. Sus décimas cumplen con “el patrón de la rima consonante o perfecta al final del verso”. Juzguen ustedes:

 

ESCOBITA

 

La escobita de tres hierbas
es una máquina ancestral
la vida de uno, como tal,
tomada en la misma tierra.
Lindas hojitas de sierra
amarro, y limpio el cuerpito
madre tierna tráeme al rito
de ser el que debía ser.
Parado duro, trago poder
de la piel dada que habito.

 

Estas décimas poseen olor a eucalipto seco, una imagen recurrente que me evoca mi infancia en Barranquilla donde mi madre con sus incensios combatía tanto zancudos como brujas para que tuviéramos un feliz sueño. Son siete y me lamento, las décimas de Rafael, pero sin duda, augurio de que vendrá más en otros atesorados libros.

Así que, me regreso al manjar: Bahía en llamas, y evoco las cuatro imágenes del fuego, la reflexiva reflexión en sobre la bahía, ya siento el agua humedeciendo mis tobillos, subiendo por la espinilla, lamiendo mis rodillas, rascándome el muslo, llenándome el vientre, ahogándome en poemas como este:

 

NIÑA

Niña,
niña.
¿Son esos ojos azules
permitidos?

Al alejarte,
te vuelves más pequeña.

 

Tu reino es de paredes blancas
y de gritos de césped
recién cortado.

 

No entiendo tus bromas
pero igual río.

 

¿Quién eres?
¿Por qué llevas cerquillo?

Eres tú
la que inventó el olor
del armario de bálsamo rojizo.

Eres tú
la que expone
la derrota como premio.

 

Me dices:
“Las líneas del tren
se unen a lo lejos”.
Y yo te entiendo:
“La línea de tu palabra
se une en el centro”.

 

No te vayas, niña.
Ya te extraño,
aunque no te conozco.

 

En bahía en llamas, Rafael nos obsequia, con un desprendimiento perpetuo, versos sin iguales, tan buenos que uno siente que vergüenza de sus propios versos, y se conmueve, y se lamenta, y le da envidia de no haber tenido alguito de brillantes para escribir un verso, al menos un verso tan bueno como los de Rafa… si, le digo Rafa, porque a esa altura del libro ya no es un escritor ajeno que deba googlear y stalkear en face, no… ya es un hermano, alguien con quien conversar de noche, mientras se bebe un tinto o se fusila una nostalgia o se avergüenza de la vergüenza de no saber escribir poemas tan bellos como “Canción de madre”.

 

CANCIÓN DE MADRE

Madre, explícame por qué
tus manos huelen a naranja.
Por qué sus anversos
parecen ríos
de viejos mapas.

Madre, explícame por qué
el mundo duele tanto.

Por qué
este escenario solar
cobija heridas,
hambres
y truenos.

Madre. Madre mía.

Silueta de arcilla,
toma tus cosas
y abraza el tiempo,
como si nosotros,
dejáramos el puerto.

Madre, caminemos por el jardín.
Recordemos que el agua cura
y que la tierra guarda
las grietas
previas a nosotros.

Madre, ¿quién tiene la culpa
del olvido,
del tiempo perdido,
de la rutina
y las lunas grises?

Dime: ¿vale siquiera
sentir culpa
del todo?

Explícame cómo guardo
este momento.
Explícame si puedo
atenuar la luz del puerto.
Madre, explícame
cómo detengo este instante
y tus manos
y la palabra.

 

Y podría seguir contándoles mis sensaciones fenomenológicas y trascendentales, la epojé que sus poemas me develan, pero, recuerdo que esto se trata de Rafa y su libro “Bahía en llamas” y no de mí, y que fue Xavi el que me puso esta sentencia, y entonces, me pregunto ¿Quién podría estar mejor preparado para hablar del poeta Rafael Tobar y su Libro? Para negarme y decirle a Xavi que no soy capaz, que se busque a otro, y entonces, con un poco de apocamiento me respondo: pues quien mejor para hacerlo que el poeta Rafael Tobar y, usted lo encontrará de viva voz y carne en su libro.

Carlos Merchán. Quito, 2021

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