Los otro yo de la poesía de Antonio Preciado

La poética de Antonio Preciado se inscribe dentro del mundo impredecible de la intuición.

El lenguaje versal de este emblemático vate de la literatura ecuatoriana tiene una correlación directa con el hecho sensorial sobre lo que es la poesía desde una visión totalizadora: es decir, toda aquella forma metalingüística que está en el aire, que se deja notar, solamente, mediante un sensor que lo vincula con la vida y que le da las palabras precisas y necesarias para que el discurso sea efectivamente un suturador de poesía, que nazca del misterio; un aislador del discurso manido, de lo que ya ha sido masticado por la mandíbula común de la historia del verso.

Esta poética tiene un tono revelador desde su nacimiento hasta la entrega de su último trabajo. No son versos que salen del experimento ni del trabajo visionario de un poema concebido como una casa repleta de andamios a la que hay que ir armando. Esta es una poesía que proviene del aire. Es decir estamos frente a un poeta genuino en su concepción directa y por lo tanto, estamos conscientes (a lo mejor el poeta no lo está), de que su poesía es producto de la intuición sobre el peso de la academia, sobre la intelectualidad, sobre el discurso meramente científico y, por lo tanto, alejado de la regla enaltecedora de que la poesía sea un trabajo del rigor conceptual, solamente, o de la inteligencia parsimoniosa o de la mera petrificación de conceptos, o solo de la forma hostil que trae la disonancia de albergar versos en formas caprichosas que no dicen nada, porque nada tienen que decir.

Sabiendo que la poesía estará siempre inmersa en el concepto más beligerante del significante “misterio” y que la mezcla de este trabajo de orfebrería relojera resulte ser el tono totalmente límpido y alejado del ruido de una poesía que nace más que de la emoción y la intuición, que de cualquier otra cuestión, Preciado es uno de los poetas que vive con la poesía porque su sonido se acompaña a su discurso y crea una conexión entre lo ya dicho con lo que está por decir (he notado que esta poesía a la que denomino “de la intuición” está tan presente en la conciencia del poeta que incluso muchos de estos poemas nacen de la oralidad, primero, están alojados en el ritmo del sonido y los conceptos permanecen anclados en la memoria). Esta poesía es parte de la música diaria, de las alusiones constantes, del mundo lingüístico y fonético del poeta.

Antonio Preciado nos dice en su poesía: …A ver si en esta parte del poema/ no les saltan astillas,/ y si es que tan cerca/ no les duele conmigo/ un dolor verdadero (fragmento que es una suerte de Arte poética, en donde el oficio, el dolor y el misterio de la poesía forman una casa, un triángulo perfecto, creado por el poeta). Pocos trabajadores del verso he conocido así: con ese equilibrio perfecto de la trinidad del trabajo poético.

Preciado pertenece a la generación de los años sesenta en la historia de la poesía ecuatoriana y esto ya es una garantía para verificar su solvencia como un gran escritor, ya que en esta época, la pléyade de poetas que habitaron el tiempo de la Patria era extraordinaria a la hora de trabajar el nuevo poema. Esta generación ha sido de las más fructíferas y decidoras a la hora de organizar el panorama de nuestra lírica.

La obra de Preciado vendría a resultar una suerte de “isla ” creada por su palabra, siempre necesaria, a la hora de establecer nuevas formas, nuevas precisiones en el tratamiento del fondo y del sonido. Su trabajo está sostenido, pues, en una balanza que contiene, en cada pesa, dos realidades: su condición de poeta de la negritud, y, por lo tanto, del canto, de la sonoridad de la palabra con la magia precisa de la realidad sincrética de su razón de ser, de su raza amparada por la historia (o desamparada, debería decir), por el concepto de su cultura, de su idiosincrasia.

Su poesía se fue haciendo en medio de los años de la utopía, en medio de las luchas más claras de las sociedades latinoamericanas que querían desacralizar los conceptos establecidos.

La otra parte de su poesis está hecha con la armonía espesa de la reflexión filosófica, del amor y del dolor, del los derroteros y los buenos días; la gama armoniosa de la figuración poética que nos propone Preciado va también por el lado de las visiones descriptivas, hasta particularizarse en las imágenes del resplandor, en aquellas que tanto bien hizo para la poesía la generación a la que pertenece y en la que batieron las alas los poetas Rubén Astudillo y Astudillo, Euler Granda, Carlos Eduardo Jaramillo, Ana María Iza, Ileana Espinel, Violeta Luna, Rodrigo Pesantez Rodas, y tantos otros poetas que conforman esta promoción.

Esta antología personal de Preciado (pensada y repensada, vuelta a mirar cada día por su obsesivo autor que quiere dejar en sus versos el mensaje claro y decidido de una voz exigente y dura consigo mismo, que se ha vuelto a ver en su trabajo poético y se ha halado las costuras de su identidad, de su patria grande, de su raza enorme y de su país universal, que es la lengua, que es lo que somos, que es por donde pecamos, que es lo que nos hace ver el mundo. Con las palabras volvemos a vernos –nosotros y los otros-, siempre distintos, siempre renovados) se lee en una línea de tiempo, dejando ver que las preocupaciones del poeta estuvieron siempre presentes en el discurso.

Su antología personal «Con todos los que soy» comienza dando cita a una serie de poemas publicados en su libro «Más acá de los muertos», en el año 1966. En este primer acercamiento a sus temas referenciales hará alusión esencial a su raza y no dejará de hacerlo nunca. Tiene ese pretexto irrestricto para poetizar y lo deja fluir desde la irrealidad de su fantástica posición de hacedor de imágenes esplendorosas, donde comienza comparando los símbolos de una realidad personal con unos ambiciosos versos que atraviesan por la columna vertebral y firme de la negritud y su personalísima y milenaria idiosincrasia.

El libro comienza con el poema La mariposa negra, símbolo de su raza, en donde se refleja el ritmo vital que este grupo, rico y eterno, ha formado en su vida. La vida rítmica, esa vida que rima con la paradoja del sufrimiento, del rechazo y del racismo. Esa raza que fomentó a América con mayor alegría que cualquier otra (el indio y el español siempre nos entregaron en goletas de dolor, la queja, la tristeza y el desasosiego de occidente). La negritud es la esperanza. De ella nacerá el canto americano, el baile de caderas, el gesto de la risa blanca, el sonido de la bemba cantora, el amor a sí mismo, a la tradición de su costumbre y de su folclor, a su corazón dolido y, por ello, ofuscado y esperanzado.

 

Poeta total que dice, explorándose por dentro y extrayendo su concepto: cuando uno seimpone/ la riesgosacostumbre de palparse por dentro… En el poema El poeta y su llama, pieza lírica elemental y clave para entender la (su) poesía, el poeta va rumbo hacia las esencias del discurso imposible, que es cuando el poeta habla de sí mismo como vate consumado y no avanza a identificar el misterio al que tiene sometido la poesía. Como una suerte de arte poética, Preciado discurre en el discurso del oficio: En verdad solo era/ una pequeña llama,/ pues el poeta apenas/ empezaba a meter su leña al fuego/ y el poema, verso a verso,/ se iba iluminando/…/ todo lo necesario para seguir ardiendo,/ volverse inapagable llamarada/ y quedarse alumbrando./ Entonces decidieron/ que aún estaban a tiempo,/ que había que apagarla,/ y, con poeta y todo,/ en verdad/ ¡la apagaron!. En el poema Cuando no era mi boca todavía del extraordinario libro «De boca en boca» (que viene, a propósito, a ser el poemario del oficio, en donde se enfrenta nítidamente a su labor con la palabra poética, al trabajo de joyero perspicaz) continúa desbrozando su problema con el verso y su misterio, y dice, confesando que el poeta verdadero, pese a cualquier cosa, no puede renunciar a ese inusitado misterio pedregoso del verso: …la que no era mi boca todavía,/ desde la eternidad, a oscuras me seguía/ por el más prolongado de todos mis silencios.

La poética de Preciado se sostiene siempre en los amores dirigidos hacia su raza, a la poesía, a los otros, a los “ellos”, a los personajes que siempre lo han asombrado, que le han entregado el mundo paralelo. Y al amor, también, a ese que hace presencia vital en la poesía desde hace siglos: el amor de carne, de trascendencia, el amor vital, vivo, renacido, esperanzador. Dice el poeta: Vamos, amor,/ juntémonos,/ aferrémonos,/ ¡puede ser que de pronto/ empiecen a crecernos las raíces!

 

LA HERENCIA, LOS GENES Y LA TRASCENDENCIA

Así de mano en mano me completo, dice Preciado en uno de sus poemas. Y partiendo de este verso podríamos acudir a una de las claves más insistentes: el discurso expresivo acerca de todos aquellos seres humanos de su raza que pasaron antes que él por este mundo y que no pudieron expresarse. Preciado recrea el grito pensado y pacificador de los que murieron primero en ese terrible genocidio de la negritud. …Esa suerte de topo que me dieron! dice la voz poética, en una figura admirativa y desgarradora, en el poema Dádiva , donde comienza a verse el juego de contraposiciones con el que trabaja estilísticamente el bordado de sus versos.

Viste una vieja sombra,/ pero a vecesel viento le desnuda/ un esqueleto blanco. La herencia ancestral de la negritud es un canto que va y viene a lo largo de todo su caminar poético, es el mensaje que lleva colgado hace siglos la voz universal que sostiene el poeta y que extrae el resumen dolorido y pujante de esa noche “negra” y larguísima que fue (y sigue siendo en menor medida) el dolor de los negros del mundo. Desde sus orígenes (…hombre de sangre azul/ quieres decirme tú de dónde vienes,/ de donde vengo yo,/ hacia dónde vamos…).

Luego aparecerá la voz conciliadora (aquella con la que Nicolás Guillén cantó el mensaje sonoro de su son, en la que la tregua única y conciliadora es el amor a los otros, a los blancos que hicieron doblar la pesa de la balanza: …Te amo por sobre el muro de tu sangre/ sobre todas tus venas derrotadas,/ y en realidad te quiero hace ya siglos, desdeque, como yo,/ eras solo un murmullo sobre la paz del agua…

El bello poema El poeta les muestra sus raíces de su libro «Tal como somos», es un homenaje, desde el pasado a la raza negra, como si se tratase de un escenario de nuevos discursos, de nuevos caminos, de nuevas sorpresas y, más tarde, de nuevas simbiosis, de un nuevo corazón sazonado con los pliegues inmortales del mestizaje, del reconocimiento de que aquí, en este mundo, nada es original, todo estuvo tocado por millones de manos que parecen una sola. En este poema donde utiliza la primera persona, dice: traía el corazón comprometido/ atestado de abuelos,/ trabajadores arduos,/ impalpables,/ profundos…

La ironía sobre el tema se deja palpar en el micro poema Merienda de negros, que, a su vez, es una alusión desmedida y desmesurada de algunos “occidentalizados” seres que confunden el placer irrestricto de una raza fusionada en su idiosincrasia, inclusive hasta en la comida. El poema dice: Venga usted compañero del mundo,/ lo invitamos (el poema funciona más como ironización en ese tono tan sutil que tiene la voz de Preciado).

 

En el poema Recuerdosde las vidas que todavía no vivo de su libro «De ahora en adelante», justifica mi decir: Lo que en verdad importa/ es que aquí estemos todos/y que, a partir de todos,/ los padres de mis padres,/ los padres de los padres de mis padres,/ y así por ese rumbo remoto al infinito,/ hasta los más remotos de mis tatarabuelos/ hayan salido a mí/ y que conserven fresco,/ patente/ y vivo mi recuerdo;/ lo mismo que los hijos de mis hijos… En el texto anterior observamos el “yo” poético más “desnudo”, frente a los grandes temas filosóficos del Ser sobre el elemento colectivo, sobre los otros, que son uno o el “yo” que es el “otro” (al estilo Rimbaud) o, citando a Preciado: por ese rumbo remoto al infinito.

 

Entre el arraigo y el desarraigo se mantiene la voz poética del vate, junto, siempre, a esos Ellísimos,/ los propios,/ los primeros,/ mis más altos parientes consanguíneos…, que aparecen en su libro «Jututo», a los que reclama desde el más hondo espejo de sí mismo: hace mucho no están,/ ya no me llueven,/ no alumbran con relámpago mi vida,/ no se me imponen con terribles truenos…

En el entrañable poema dedicado a Juan García el poeta hace uso de un discurso lírico y confesional y pone en tapete el gran ámbito de su raza: …aparte de ser yo/ uno más entre todos los amos y señores/de aquella irreductible parcelita de orgullo…

Dentro de su lirismo denunciante, también regresa a ver a su tierra poblada de verde y de negro, en donde la idiosincrasia y la esencia de su raza se dejan mirar con inclaudicable olvido, pero con la permanencia de lo inasible, de lo que es como el fuego, como el alma, como Dios (ese misterio que se contiene a sí mismo). En el poema Tapao se presenta a la provincia de Esmeraldas (su provincia) como un país libre de límites, de ataduras políticas, de razones geográficas: …en esta olla se cuece todo un mundo/ y el inefable olor se desparrama,/ cruza los mares/ y trajina oloroso por el tiempo…

El Poema para ser analizado con carbono 14 da fe de esta inclaudicable búsqueda del otro, del que se fue, de aquel que fue sacrificado por el olvido, por la ineficacia de la trascendencia, de aquello que el poeta confiesa como un …adelantado de ahora estar yo en mí/…/ desde ese instante ya éramos/ casi toda la tribu/ en pie de guerra contra los historiadores… Este es un gran poema de largo aliento, que resume el legado inclaudicable de su raza. O aquello de …mi padre con mi madre/ justo en mí se encontrarán… dibuja con trazos clarísimos la afirmación a la que me acojo.

 

EL POEMA NARRATOLÓGICO

Otra clave de su oficio, como incansable hacedor de poesía, es el poema que narra una historia, pero que no es, para nada, un discurso narrativo, ni una prosa poética. Preciado trabaja el poema narratológico desde una concepción épica griega que no se sujeta a la extensión de aquellos poemas retumbantes de la guerra, sino que se sostienen en un eje discursivo enaltecido en una historia con personajes que ayudan a conformar el discurso. Personajes como Juana la lavandera o el magnífico José Antonio Chalá (que muere y es recordado eternamente en un ciruelo que sembré en mi arena) , se profundizan en un yo colectivo, en un conjunto universal.

También es creador de aquellos personajes sin nombre que se dejan leer desde el mundo más extenso del poema y que comienzan y terminan en sí mismos (y en la voz poética que, poco a poco, debido a la emoción, a la comunicación, se va convirtiendo en uno mismo, en la primera persona del singular o del plural: en todos): El ambicioso que tenía un diluvio/ debajo de la casa/ le abrió huecosal techo,/ pero murió de sed por el costado…

En el poema Las protecciones de su libro «De sol a sol» Preciado muestra el caudal del árbol genealógico que abrió los misterios de su pergamino de saberes, gracias a los otros. En este texto el poeta habla del azar de las razas y de los que llegan desde atrás y se dejan ver en uno y, más tarde, en el futuro, en el paso presuroso y real de los años: Uno nunca sabía/ qué sombra la abuelita iba a asignarle/ la siguiente mañana… Este es un poema importante para redefinir a la negritud, al aparato que la volvió sumisa, sobretodo en la parafernalia astuta de la religión conventual, anacrónica y severa.

En estos poemas no falta el verso hilarante, por ejemplo, el que hace referencia al fútbol, que, en épocas ya modernas, tuvo directa relación y conexión con los deportistas negros: …solo dos jugadores,/ los goles solitarios,/ y perdí,/ pero hasta ahora juro que no fue culpa mía/ sino que mi ángel de la guarda no era/ ningún extraordinario “guardapalos”.

En el poema Mi hija, la menor el poeta juega con la narratividad en medio de la omnipresencia del lenguaje figurado: Carla tiene siete años/ y parece que pronto cumplirá/ otro de mis poemas… Parte de sus sencillas y profundas “artes poéticas ” que, como el bueno de Borges, se revitalizan en la profundidad y filosofía.

Hay poemas en donde Preciado se vuelve más juguetón e irónico y deja, a un lado, el imaginario de su estilo profundísimo, llegando a la creación de textos con cierto tono conceptual como, por ejemplo, el titulado La deuda en el que hace uso de morfemas desligados de su particular uso de las palabras, dentro de su ancho universo poético, llegando a poetizar formas jergales y discursos más supuestamente encontrados con la poesía tradicional. Por ejemplo, en el poema Para obtener el odio externo bruto juega, desde el título, con ciertos modismos de la economía como materia.

Es en el libro «De sol a sol», publicado en 1976, donde Preciado comienza a registrar todo el compendio de su raza dentro de la poesía ferviente que ha ido escribiendo en su larga carrera literaria. Este libro es el resumen de toda esa gran poesía que se fue volviendo eco enorme de sus planteamientos. En él, aparece la mitología de la negritud, la divinidad negra y su complejo mundo místico. En medio de una suerte de juego libre (como es toda poesía) y con un humor de inusitada solvencia y enteramente ligado a la inteligencia tensada por el empirismo, el poeta pasa revista por la historia de la negritud desde su historia ancestral de mitos.

En este libro, el poeta nos conduce por los vericuetos asentados en su memoria, tomando como herramienta la magia del recuerdo añorante, en un pretérito imperfecto, donde el vuelo poético entremezcla la diafanidad con un espíritu melancólico: Los Quiñonez vivían en la esquina del barrio,/ muy cerca de nosotros,/ más o menos a un grito de mi abuela,/ que es lo mismo decir a tres o cuatro vuelos/ de las incandescentes mariposas/ que caían del sol…

En el libro «Jututo», en cambio, el poeta comienza a fortalecer el discurso de la negritud con la presentación de personajes que se han reafirmado dentro de las amalgamas de su raza. La gran figura de Petita Palma es descrita en el poema del mismo nombre. Y así pasan por este catálogo: Cesaria Evora, de quien dice, con una lírica de verdadera hermosura: Es tórrido/ el terruño interior/ en que esta mujer trina suslunas llenas… De Zoraida Campaz se refiere, con estos versos de gran vuelo universal: … en esa diminuta magnitud del reposo,/ en realidad, tampoco/ se le vean las alas. Siguen apareciendo nombres importantes en su mitología de recuerdos: Nerney Quintero, bailadora de marimba, a la que se refiere como: …de por sí,/ la anduviera empujando un viento íntimo…

 

EL DISCURSO SOCIAL

Los verbos conjugados en la segunda persona del plural, en el modo imperativo (como por ejemplo “Ved” o “comprended ”) son otra clave desde el idioma, ya que la voz poética busca la complicidad de todos para armar su discurso. También lo hace con la tercera persona, con la que siempre juega alrededor de un papel principal, para que sea ésta la que refleje el dolor (su propio dolor en mezcla con su propio brillo y su alusión hacia el hecho de que todos son un poco de los otros):

Cuando le hicieron sitio/ ya fue tarde,/ porque le había crecido otro cabello/ y tenía en la lengua otra palabra… Se ve claramente que esta tercera persona recae en la voz poética del poema, desde un yo notabilísimo, que induce al otro lado del texto: al lector, a su reflejo.

 

Es también notable, en su catálogo de tipologías poéticas, el poema en el que la voz discursiva toma otro nombre y, desde el yo, hace presencia, reivindicando su discurso, como si fuera un verso-personaje, que presta su distancia para analizar el conflicto: Me llamo Cuamé Bamba,/ antiguo caminante qué anda y anda,/ con una enorme huella sobre el polvo,/ ofreciendo un volcán en cada casa.

El poema Hallazgo de su libro «Tal como somos» es una suerte de pieza antológica, porque asume y resume el perdón y la conmiseración hacia el “blanco” agresor que la historia puso a consideración del genocidio brutal. La dialéctica de este poema es el eje de un discurso reposado en gracia y en novedad, cuando la voz poética encuentra un hueso enterrado en la arena y supone que es de uno de los de su raza, esto lleva a recrear, en pocos y contundentes versos, toda la historia trágica y brutal de la negritud, que termina, en este poema, cuando la voz poética crea una flauta con ese hueso para cantar a la vida actual, que ha llegado con y en los otros.

El enemigo siempre se presenta en esta poesía de contrarios. En su libro «De sol a sol», dice: … el verdugo desespera/porque tras otras fábulas descubre/ que se le están virando las sentencias…, luego afirma: Esta es la dolorosa gente mía, y continúa: … para no aburrirse de ir muriendo,/ siempre tiene a la mano un arcoíris… Siempre está presente en su obra el antagonismo del dolor versus la fuerza y la esperanza. Y siempre, por sobretodo, el verso simbólico y la novedad penetrante del lenguaje poético.

Preciado llega sobrio y ampuloso en el verso, hasta en el poema político. Para muestra hay que leer el Poema en guerra para Milton Reyes, en donde su voz consigue poetizar el ángulo de la lucha social, no solo con la intencionalidad del discurso, sino con unos recursos poéticos muy bien armados. El discurso social llega a un grado de lirismo individual cuando la voz del poeta se regresa a ver desde ese dolor punzante que crea una visión vallejiana: …mientras camina la costumbre/ de abotonarse el cuello,/ entre otras cosas simples…

En el libro De ahora en adelante van apareciendo una serie de personajes populares que encierran formas cotidianas. En el poema Doña Joaquina, por ejemplo, hay un par de versos que son clave para entender su entrega mesurada hacia la poesía social de gran envergadura, donde podríamos decir que el poeta cultiva estos textos porque él habita (o habitó) en el barrio en que a los pobres/ los habitan las casas. Estos poemas están hechos bajo el zapato pesado del dolor, en medio de un ancho y espeso colectivo de pobreza en el que el poeta describe, mientras se conduele.

Un ejemplo de un poema que resulta casi un cuento es Cándida y la metáfora, texto en el cual la gran carga de lenguaje poético lleva por el camino narrativo del inicio, nudo y desenlace una bella historia con la poesía.

 

EL ADJETIVO SOPRENDENTE Y LAS COMPARACIONES BRILLANTES

El epíteto causado, el retrato sorprendente y la adaptación de adjetivos que sintácticamente no encajan definitivamente desde la lógica estricta del diccionario de la RAE, pero que son el marco conceptual y la clave de su poética, atraviesan la línea férrea que lleva el tren de su poesía.

Uno de los recursos más inusitados en su obra es la utilización de la numerología, como una reiterada presencia dentro del mundo adjetival que enriquece su discurso. El número como adjetivo, como un adverbio de cantidad, no hace el papel de limitador sino de enriquecedor hiperbólico; es un efecto de alto agrado en varios de sus textos.

Las inusuales comparaciones que tanto se trabajó en los años sesentas, cuando el lazo conductor de la imagen redonda es el clímax de una realidad. Por ejemplo, lo que trabaja en su Poema encarrilado hacia ti resulta una comparación muy significativa: …ahora ya no sé si es que los trenes/ se estremecen así tan dulcemente/ o eres tú, compañera,/ que palpitas.

En su libro «Jututo» el poeta va recreando una atmósfera de elementos con sus fetiches fálicos, en donde concibe un universo en base a los materiales y formas, transformando el universo metalingüístico en una suerte de sintagma descriptivo que enaltece la forma poética con una gran solvencia lírica.

En este mismo libro se pueden leer brillantes juegos sintácticos y retruécanos de extraordinaria originalidad y belleza: Miguelazo,/ mi muerto fraternal,/ uno de mis ausentes menos idos,/ el más siempre conmigo/ charlando todavía,/ el más mismo de todos… Las descripciones comparativas se vuelven cada vez más juguetonas, socarronas, irónicas y expelen una belleza que irradia en poesía pura. Por ejemplo esta bella comparación de Dios, convertido en músico: …Dios, en toda su infabilidad,/ alguna vez/ parece/ que se perdió la pista/ y equivocó su vieja vocación,/ porque en la más remota eternidad,/ mucho antes de ser Dios,/ era un iluminado trompetista .

En el poema Vista de mi ciudad desde un avión mientras mi amor se eleva existe una serie de enunciados bajo el mismo sustantivo: Casas, a las que va describiendo con un alto grado de originalidad y poesía, en base a construcciones adjetivales: …desde el aire, igual,/ tampoco veo/ las casas que no están,/ las que hacen falta,/ las que nunca se han hecho,/ casas en las que Dios tendría cobijo,/ porque, en definitiva,/ nadie debe vivir a la intemperie/ aunque sea en el cielo;/ casas donde quizás morir/ pero entretanto,/ desesperadamente,/casas/bajos los soles y los aguaceros;/ casas en mi esternón,/ y en mis costillas,/ urgentes condominios/ donde indica afanoso el corazón/…/ casas que echa de menos mi amor en despedida,/ casas que hoy no se alejan,/ ni se me acercarán precipitadas/ para la bienvenida del regreso.

El poema Historia muy común que acaba a boca llena, con Dios, desde el principio, seriamente implicado (un título que bien podría pasar como el de un poema medieval español, a la manera de un romance posmoderno) también cultiva unas construcciones con el adjetivo insólito y distinto: …una canción tristona, circular,/ sus estrecheces/y las inmensidades de la pequeña cama/ en que les maduraban al vuelo/ entre tibiezas/ de un imperdible clima de recuerdos,/ bandadas de naranjas/ y racimos de pájaros… Inclusive en este poema se puede leer la maravilla de una sinestesia olfativa, tan difícil de leerse en un poema contemporáneo: … la olorosa lealtad de la albahaca…

 

LAS IMÁGENES LUMINOSAS, CONTRARIAS AL BLANCO Y NEGRO

La voz poética, en esta poesía, siempre está midiendo su discurso entre dos antípodas hermanas y eternas rivales: lo blanco y lo negro. Con esta alusión (interminable solo en los versos de un poeta como Antonio Preciado) se van encontrando una serie de oposiciones repletas de imaginería lingüística que mutan en imágenes fantásticas dentro del discurso: … que se han tragado todos los luceros/ para poder mirar con ojos claros…; Noche,/ cierra los ojos/ que voy a atravesarla,/ a beberme su sangre/ y a encenderle las alas.

En versos como: ¡Un muerto me dio cal/ para escribirle un claro verso al alba! (el resaltado es mío) la figura contraria esclarece el discurso y lo vuelve una paradoja frente a la voz poética ardiente y personalísima.

En el poema A dos voces se reafirma categóricamente lo dicho con el desarrollo poético de una antítesis discursiva con dos personajes: el que habla y el que calla, o con una serie de juegos sintácticos y significaciones asombrosas: …Pero yo tengo voz/ y no la dejo,/ mi voz desdehacesiempre,/ mi voz con la que digo por los poros/ lo que me da la gana,/ y no sé lo que haría con dos voces….

En el poema Yo y mi sombra se deja notar esta alusión contraria que se junta y se repele conceptualmente: A vecesse me ocurre/ que bien pudo gustarte tener algotra vida/ por ejemplo, ser blanca (refiriéndose a su sombra, que viene a ser algo así como su otro yo). La voz poética le habla, directamente: …has hecho innumerables cosas mías/ como esta de pasarte mis noches/ escribiendo poemas…

 

LA MÚSICA QUE CON PRECIADO SE APRECIA

El poeta les toca su tambor se llama uno de los poemas claves para identificar el gran mundo sonoro de Preciado. El poeta juega con versos conformados por una sola palabra con los que crea el milagro fonético y semántico de la interjección para darle a la numeración de palabras un ritmo distinto que refleja el tono y la melopea del poeta:

este cayumbá me viene desdelejos

¡fuerte!

¡entero!

¡abierto!

¡ávido!

/…/

desenfrenado un abacuá me baila.

En su libro De Sol a sol se confiesa en tercera persona: …ese hombrees gobernante de los trinos/ y hasta el mismo trina. Esto me recuerda al bellísimo poema de Juan Gelman Sobre la poesía que dice: … recuerdo/ cuando murió de hambre el tío juan/ decía que ni se acordaba de comer y que no había problema// pero el problema fue después/no había plata para el cajón/ y cuando finalmente pasó el camión municipal a llevárselo/ el tío juan parecía un pajarito// los de la municipalidad lo miraron con desprecio o desdén/ murmuraban/ que siempre los están molestando/ que ellos eran hombres y enterraban hombres/ y no/ pajaritos como el tío juan/especialmente// porque el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje/ hasta el crematorio municipal/ y a ellos les pareció un irrespeto y estaban muy ofendidos/ y cuando le daban un palmetazo para que secallara la boca/ el pío-pío volaba por la cabina del camión y ellos sentían que les hacía pío-pío en la cabeza/ el tío juan era así/le gustaba cantar/ y no veía por qué la muerte era motivo para no cantar/ entró al horno cantando pío-pío/salieron sus cenizas y piaron un rato/ y los compañerosmunicipales semiraron los zapatos grises de vergüenza/…/ lo lindo essaber que uno puede cantar pío-pío en las más raras circunstancias/ tío juan después de muerto/ yo ahora/ para que me quierás.

El tío Juan de Gelman (a lo mejor él mismo, visto en un futuro o en un pasado, ya que la muerte siempre le estuvo buscando y se ensañó con él y su familia), tiene una gran coincidencia con Antonio Preciado, ya que su “pío – pío” es un extenso poema que no acaba nunca y que se reproducirá tanto en sonido como en significado.

Preciado dice, por ejemplo, ampliando el concepto de canto: Yo sé que acribillaron la guitarra/ para que la canción se le muriera… , a propósito del referente poético generacional de su época, Pablo Neruda. El poema termina diciendo: …le achacan a la muerte cinco culpas,/ antes de que la muerte/ se empablezca. La última palabra nos indica que la creación de neologismos rítmicos, es importante para establecer un puente entre los fonemas y sus significados.

A propósito, el ritmo de esta poesía no es solamente una conspiración entre el sonido que las palabras tienen en sí mismas, ni por las palabras sonoras de la negritud fonética, ni por las onomatopeyas (como ese verso que dice: al besar chucu chucu a nuestros hijos), sino que es un estimulo proveniente de la música y la expresión de los fonemas. El Poema encarrilado hacia ti es una muestra perfecta para lo que digo.

La voz, como concepto sonoro, es un eje fundamental en el trabajo de Preciado. Toda su obra está atravesada por ese eje transversal. Esta es una poesía que no se somete al silencio, sino al decir, al comunicar, sobre el ostracismo silencioso.

En el poema El hombre que no se dejó enmudecer del libro «De ahora en adelante» dice algo muy importante para entender su comportamiento frente a lo dicho: ¿A quién le va a gustar que las palabras/ se le hagan las cangrejas/ y corran hacia atrás/ como asustadas/ hasta de los más leves pensamientos?/…/ Está bien, ¡qué carajo!,/ también yo haría lo mismo;/ si quiere protestar,/ ¡allá el silencio! Más adelante, en el mismo libro, se confiesa: …Así era que podía/ decir lastimadura/ o sufrimiento/ tal como si con música/ seguida de más música/ y repentinas sílabas de azaleas…, confesando en este sintagma poético esa sólida fusión entre el actuante lingüístico y sus conceptos con la música de sus fonemas.

Esta creatividad fonética llega, incluso al humor. En sus micropoemas demuestra su gran habilidad irónica. El poema Idea del libro «De ahora en adelante» dice: Me seduce esta insondable idea de intentar/ la multiplicación de DIOS X DIOS,/ pero lo cierto es que también tengo recelo/ de tan descomunal/ y sobrecogedor número CUATRIO.

 

LA MUERTE Y SU FILOSOFÍA DE SIGLOS

Se dice que el amor, la vida y la muerte son los tres grandes temas que cualquier escritor o pensador humano hace relación en la discusión humana. Y algunos poetas los han limitado aún más en solo dos grandes temas: el amor con la vida y el amor con la muerte.

Preciado, desde el imbricado tema de la muerte concebida en la filosofía, ha dicho cosas sobre el tema realmente poderosas, no solo frente a la poesía, sino al concepto general que encierra el misterio: … de qué modo estoy vivo,/ qué muerte me separa de los muertos…

En el poderoso poema Elegía, poblado de imágenes destellantes y resplandecientes afirma: Muerte sin ton ni son,/ malafesiva,/ se colgó de la punta del tabaco/ y ahí se le quedó toda la vida,/ allí se estuvo la muy terca humeando/ sin aprenderse el verso que tenía/ recosido el poeta a flor de labios/ porque la muerte tiene su memoria/ del todo más abajo… La prosopopeya, creada en torno a la muerte-personaje, asombra en medio de un lenguaje poético profundísimo y, al mismo tiempo, juguetón.

En otro bello poema elegiaco Dolor que no hubiera querido escribir se presenta un Preciado que bromea y reta a la muerte como si se tratará (tanto la voz poética como el personaje muerte) de un antiguo mito celta: …vamos, pues, muerte,/ vibra/ baílate una guaracha,/ bébete una cerveza/…/ ilumínate,/ vive/ o aparte tu tremendo vacío de mi vista.

En el poema El suicidio del que no dice nada del libro «De boca en boca», el poeta dibuja la verdadera muerte, que es el silencio, frente a todo lo dicho, a todo el sonido de la música de las palabras, a todos los conceptos detrás de cualquier mutismo: …la muerte por silencio dura toda la vida, es decir siempre el decir sobre el callar. La voz, siempre, sobre la vida, sobre la muerte.

 

LA ANÁFORA DEL CREACIONISMO HUIDOBRIANO

El manejo maestro de las figuras de repetición es una de las claves formales ineludibles en esta poética. La repetición anafórica pensada como un instrumento de emoción in crescendo produce una música alegórica y constante que afirma conceptos y formas en muchos de los poemas más significativos y antológicos de la obra de Preciado. Emoción y reiteración: eso crea esta anáfora continua y constante que se sostiene en el estilo. Además este recurso produce la sensación de que el poema va alargándose y convirtiéndose en una sinfonía que empezó siendo canción:

… así en todas las manos me celebro.

Así la cumbre sube hasta mi encuentro.

Así me aplaudo estrepitosamente.

Así rescato mi tambor del fuego.

Así esmás grande la caricia entonces.

Así de un solo golpe me defiendo…

 

O este otro en donde juega con dos anáforas antagónicas:

 

el agua primordial de todo el año;

el agua audaz que se decide a ola,

el agua firme que horadó la roca,

el agua torrencial que me ha mojado;

el agua lavandera de la casa,

el agua pobre que jamás descansa,

el agua que anda a pie por los sembrados;

el agua perspicaz que al coco trepa,

el agua que pensócon la cabeza,

el agua sabia que colmó el milagro;

no el agua tonta que confíó en la arena,

no el agua boba que sedio a la pena,

no el agua insulsa que seha vuelto santa…

 

Otro ejemplo, lo encontramos en el bello texto Un día siguiente bajo cualquier piedra y, por si fuera poco, también con aguacero, poema en donde alude directamente al gran poeta peruano César Vallejo y a su bello y profético soneto Piedra blanca sobre piedra negra, con una serie anafórica, siempre repleta de originalidad hacia el admirado vate universal, con quien comparte la idea del dolor: dolores apañados/ de dolor en dolor,/ de Dios en Dios,/ de Vallejo en Vallejo…:

… sus todos los demás,

su muchedumbre,

sus sombras tutelares,

su padre irrepetible,

 

su nariz peculiar,

su algún hermano,

sus insolencias,

su corazoncito…

 

EL POETA ES PERSONAJE

Otro recurso que asume el poeta Preciado para concebir y conciliarse en el alma de los otros, en sí mismo y en su poesía, es el verse reflejado en sus poemas como el Antonio ser humano: hombre maduro, de raza negra, nacido en Esmeraldas-Ecuador, cultor del verso e ideador de su vida.

El poeta comienza desmesuradamente una carrera donde se enfrenta consigo mismo y con sus límites (es más difícil saberse limitado que todo poderoso del saber, porque en eso juega un papel preponderante la humildad sabia que lo ha sabido acompañar en su vida de verso). Lo dice en poema: …y vean por acá como esteAntonio/ por quererles hablar/ dice manzanas.

En su libro «Jututo», Antonio Preciado se presenta integro y desinhibido: Yo vengo a ser, entonces,/ la indiscutible parte que me toca/ de una divinidad// Soy mi lado de acá,/ mi nombre en carne propia,/ …/ soy, pues, ahora con toda claridad/ y de tú a tú,/ medio tocayo con un ser de luz,/ o sea que tengo/ parte de algún fulgor del firmamento.

En el poema Acerca de los dos, Carlos Miguel Castillo vuelve a hacer presencia el poeta con todas sus letras. Dice: …desde la A de Antonio/ hasta la o de Preciado. Y en el poema Dos canciones de Tomiche se reafirma, con todas las letras, su presencia como personaje y narrador de su poética: … se de cerca que yo,/ Antonio,/ el mismo,/ en la una vivo/ y en la otra muero.

En el poemario «De boca en boca» hay un precioso texto llamado Redescubrimiento en el que el poeta se alude sin nombre, pero con el genio y la figura de la sorpresa. He aquí, íntegro:

Soy otro en mí,

reciente,

de pronto estoy gozosamente lleno

de este significado que no me conocía:

de nuevo una palabra acaba de crearme.

Semejante declaración de principios juega intrínsecamente con el sicoanálisis de un poema “hecho y derecho” que quiere descubrirse en sí mismo y descubrir a los demás que lo habitan y lo deshabitan en los versos poderosos de su palabra.

 

SU PROPIO DICCIONARIO

Antonio Preciado, a lo largo de su caminar poético, ha ido reuniendo una serie de significantes a los que no abandonará nunca y en los que añadirá un significado nuevo y renovado que se irá convirtiendo en un río de deltas y que reflejará la obsesión en su oficio y, además, el estar seguro que nunca el mensaje llegará a ser ni a estar en su totalidad, sino que habrá que esperar a que el tiempo y la gente enrumbe los significantes por varios significados.

Palabras como Sangre (en el impecable poema Fuan de Timbiré del libro «Jututo», Preciado hace una estupenda significación de esta palabra con su identidad de vida frente a la negritud: … mi sangre/ el impetuoso negro piedra fina/ que ha venido del campo a la ciudad,/ desata frente a mí su lengua montaraz,/ pulula,/ se desborda,/ se inunda,/ en fin,/ se sale;/ y me arrincona,/ me enreda,/ me apabulla,/ me tiene a su merced,/ en fin,/ me invade…).

O la palabra Boca, que se elastiza en el poemario «De boca en boca» de donde proviene la figura tautológica y sonora de la repetición del concepto, que gira alrededor de una cantidad de significaciones y formas meta lingüísticas: …a pedir de boca,/ la otra parte de un beso.

La palabra Ángel se repite con una constancia feroz ya que alude significativamente a la idea de blancura, a la transparencia (leído casi siempre desde la hilaridad e ironía), frente al antagonismo de su raza, desde una perspectiva religiosa, mítica/cristiana, y que, como él mismo dice sobre un ángel: …Es tan difícil hasta imaginarlo/ sin saber a qué raza pertenecen/…/ Celebro no ser ángel / ser yo mismo, tal como soyaquí,/ con la entrañada y larga hilera de bembones… O este otro de su poema De boca en boca, que tiene forma de sentencia: …los ángeles tendrían suficiente con ser aves/ a secas…

Sed, es otra palabra que tiene una presencia importante en su poética. La sed de decir, de expresar con el control y el rigor de la poesía todo el encanto que propone el lenguaje. Dice en su poema: Sobre esta vieja sed que hoy me acompaña: Esta emperrada sed/ me acompaña hasta hoy desde que existo,/ aunque también a veces/siento como si fuera desde que existe el agua… El agua es otro de los elementos presentes que traspasa en forma natural y simbólica por estos versos que explicitan la fluidez de su caudal poético.

Dentro del poemario «De boca en boca» se da una serie de poemas en donde retrata a la palabra “Palabra” y sus significantes escogidos: Las palabras “Yo”, “Silencio”, “Paz” (de donde nace un gran poema de connotaciones sociales), “Amor” (de donde extraigo estos versos decidores en significación y originalidad: …ni hay asomo de ti en la frialdad/ ininflamable de los diccionarios), “Sangre” (como ya notamos, una de sus palabras más recurrentes a lo largo de su poema. Estos versos expresan una suerte de poética, que llevan a pensar que su poesía estará presente, hasta las últimas consecuencias, como parte de su vitalismo de humano: “…es lógico pensar que en el papel/ también deben de haberla derramado”), “Mar”, “Luz” y “Vida”.

***

El poema con el que Antonio Preciado resume su enorme trajinar por su propia obra habla del misterio de la poesía. De aquello que se hace presente no en y desde el oficio, ni en el beneficio, ni en medio de rituales o caprichos, sino en la transparencia de saberse preso del poema. Eso que los poetas llamaban hace siglos “inspiración” gracias al Parnaso Apolónico.

Poema con pájaro rojo se sostiene como una suerte de alusión connotativa frente a la ilusión de que la poesía aparezca, se haga notar en medio del caos cotidiano. Allí (en el poema) permanece el poeta tras la espera jubilosa de la esperanza de Penélope que permanece a la expectativa del “pájaro” de Ulises en medio de un tejido feroz. “El pájaro de fuego ” es la poesía, no el poema. Es el halo de luz que no se sabe de dónde viene, no es ni el amor, ni la sangre, ni la solvencia de ser un escritor profesional.

Preciado sabe que la poesía llega cuando menos uno la espera, pero siempre cuando uno la necesita. …Yo contemplo en silencio su afable llamarada/ cuando con devoción anida entre mis versos…, ese “pájaro rojo” no es ni siquiera la palabra que falta, el sonido que se necesita para aplacar la creación eterna de un poema. Es una intuición, un velo que viene de repente y que, como dice el poeta: …permanece quieto/ mirándome,/ mirándome,/ como queriendo ver si también tengo alas.

Ni más ni menos.

 

Xavier Oquendo

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